martes, 31 de agosto de 2010

Not for your ears


Somos tan distintas que asusta, ¿verdad?
Pero no tienes por qué preocuparte. No pertenezco a tu pasado y no tengo cabida en tu presente. Él y yo somos personas diferentes ¿sabes? Caminos distintos que jamás volverán a cruzarse. Así que tranquila, puedes dejar de actuar como una niña. Puedes respirar, puedes empezar a crecer, si quieres.

domingo, 29 de agosto de 2010

Sick sad reality

No hay pasado sin heridas, y las cicatrices del presente no podemos ignorarlas. Incluso en el futuro, en ese que imaginamos y no existe, seguirán ahí, atándonos a un miedo irracional. Miedo... siempre el miedo... A que vuelvas o a no tenerte nunca más. A volver a quererte o a olvidarte por completo. A que irrumpas en mi vida o a que desaparezcas para siempre.
En cualquier caso, miedo, pánico, terror a tener que enfrentarme a cualquier tipo de sentimiento porque, al fin y al cabo, la sombra de tu presencia, o ausencia, según quieras mirarlo, se esconde debajo de mi almohada.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Presence, je t'aime

¿Te imaginas que no supiera que me lees? ¿Te imaginas que ignorase el hecho de que, aunque tú no me lo digas, vienes aquí cada día, lates, y te vas? ¿Eres capaz de imaginarte lo que escribiría entonces?
Probablemente te lo figures... Casi seguro escribiría todo eso que aun tengo dormido en la garganta, esa inmensa cantidad de palabras que me retuercen por dentro, que luchan por salir, deslizarse a través de mi garganta convirtiéndose en un quebrado hilo de voz, de esos murmullos que solo tú escucharías, porque solo tú serías capaz de entender. Quizá te diría que te quiero. O no, nunca lo sabrás, porque soy consciente de que estás aquí, leyendo, empapándote de estas sensaciones, que son casi más tuyas que mías, y latiendo por lo mismo que palpita este maldito corazón volátil.
Y me encanta.

domingo, 8 de agosto de 2010

The way to heaven


No, no es que se me hayan acabado las lágrimas, es que ya no tengo ganas ni fuerzas para llorar. Hace casi un año que ambas se me terminaron. Pero sigo sin creer perdidos los recuerdos, que me martillean cada cuanto, siempre que les apetece. Ya no intento ignorarlos. Cada noche vuelven a mi, y me abrazan... me dan calor, pero me ahogan. Me rindo a ellos, que se han convertido en compañeros habituales de lecho. Hay noches incluso, en que respondo a sus sacudidas con una sonrisa, y la inconsciencia me vence con ese extraño gesto en los labios.
Y una vez despunta el alba, regreso a mi lucha diaria, a la búsqueda del lugar donde, hace mil lágrimas, volaron mis ilusiones.

jueves, 5 de agosto de 2010

Terrorismo emocional

Aunque tratan de enseñarme a volver a amar, yo no me dejo. Lo intentan por todos los medios, de todas las formas posibles, pero no pueden. Ya no sé querer como antes, ya no sé querer como te quería.
No sé que es lo que quiero y no me dan, lo que no me ofrecen y necesito, pero nadie, después de ti, ha conseguido que aflore ese sentimiento que tanto dolor me ha provocado, pero que tanto añoro ahora que no está.
A veces lo he confundido con otros, he creído que había vuelto, pero nada más lejos de la realidad. Era solo el preámbulo de la indiferencia.

Quizá pasa algo conmigo, a lo mejor hay algo que no encaja, pero todo cuanto siento acaba siendo humo, y se me escapa de entre los labios como cada beso que he regalado, sin querer reconocer que no iba a ningún lado.
O a lo mejor el problema no está en mí, quizá son ellos, todos ellos, que tienen la desquiciante costumbre de no ser .

Fade to black


Miro fotografías que han quedado atrás en el tiempo y cartas que abrí y que debí haber quemado hace mucho, y me encuentro como una intrusa. Siento que profano sonrisas que no van dirigidas a mi e invado recuerdos que ya no me pertenecen.

Escucho canciones que, aunque mantienen intacto su significado, lejos de acariciarme el alma me retuercen las entrañas. Pienso incluso que no tengo el derecho de llorar, de llorar por ti.

Me siento culpable cada vez que evoco tu recuerdo, o simplemente tu mirada, como si allanara un lugar sagrado con divinidades más allá de mi entendimiento. Me veo sin derecho de decir te quiero porque no lo tengo tampoco para quererte.