Es ahora, cada vez que estoy entre tus brazos, cuando sé que no me he equivocado. Que el aire que necesito respirar está aquí, muy lejos de la Ciudad Condal, y que nadie, entre su millón y medio de habitantes, podría sustituirte.
Me imagino allí llorando sola, y me faltas tú secándo esas lágrimas hechas de tequieros que de vez en cuando, cada vez que lo que siento me desborda y toda palabra se queda corta, me bañan las mejillas.
Aquí lloro contigo, lloro de felicidad, y tus labios y tus manos son el mejor y único consuelo.
Tú también oíste a Barcelona gritarme, ¿verdad? Por la ventana. Aquella mañana que aún era verano, pero parecía otra vida. Pero no le hicimos caso. Algo más importante se estaba gestando entre nuestros arrítmicos latidos. Y el resultado de aquello es lo único que me importa ahora.
Barcelona estará siempre ahí para mí, para el día en que decida visitarla y disculparme por haberme marchado sin decir adiós.
Right here, right now.
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