lunes, 23 de mayo de 2011

Apenas me extraña que sonrías tan poco. Hasta donde yo sé -lo cual no es mucho-, sufres con cada inspiración y ya no escondes el dolor. O Sí. Quizá sí te esfuerzas en ocultarlo -maldición, ¿nadie se da cuenta?-, pero yo lo veo. Lo noto en tus ojos, y en lo rosadito de tu piel, y me encantaría acercarme a ti, mirarte, sonreírte, abrazarte, liberar los que sientes en la medida que pudiera.
Pero no puedo, ya sabes... -no, no es verdad, no lo sabes...- me paralizas.
Nunca había creído así en alguien sin conocerlo. Nunca había introducido a nadie en mi arrítmica vida sin que me lo pidiera antes.
Tú has entrado sin más, sin llamar, sin querer ni tú ni yo. Sin más, has entrado sin más...

I'm so afraid...

viernes, 20 de mayo de 2011

Over my head.

Vimos Paris dibujado en nuestros dedos, y sentimos aproximarse un futuro incierto pero posible y hermoso.
Juntos conseguíamos que el cielo llorase si se despedían nuestros labios -y yo sigo sabiendo leer solo los tuyos-, y aparecía de nuevo un resquicio de sol si nuestras voces se intuían.
Fue poco el tiempo que tuvimos para pintar en nuestras pupilas el reflejo del otro, pero puedo prometerte que jamás lloraré lágrimas suficientes para borrar el tuyo.
Conozco cada detalle de tu rostro, y cada huella que dejaste en el mio durante el tiempo que soñamos abrazando nuestros cuerpos o nuestra ausencia.
Que a pesar de que el tiempo ha convertido el dolor en nostalgia, sigo mirando hacia abajo cada mañana al despertar  por si puedo ir a desperezarte con un beso.

De vez en cuando, me apetecéis tú y tu risa silenciosa, a mis dedos les entran ganas de acariciar tu rostro mientras te haces el dormido, de volver a seguir la comisura de tus labios, trazando esa línea invisible que muda decía "voy a besarte si me sonríes". Y entonces sonreías. Y en esos momentos no podría haberte dicho oque no a nada.
Porque lo más bonito que he escrito nunca, lo has arrancado tú de mis dedos, porque rompo a menudo la promesa que me hice de no volver a escribir sobre ti, pero es que cada recuerdo tuyo me inspira.

Y aunque no sé cuándo deje de ser esa "ella" en la que piensas cuando alguien habla de amor, te aseguro que tú eres ese "él" muy por encima de todos los "ellos" que haya.

Aún a veces la sinfonía de lo que fueron nuestros besos conforma, junto a tu nombre, la banda sonora de mis sueños, y en alguna ocasión en que veo unos labios parecidos a los tuyos -pero inmensamente menos apetecibles-, retumba en mi cabeza la musicalidad que tenía mi nombre cuando tú lo pronunciabas.
Podría haberme pasado mil noches sobreviviendo a base de esa melodía.